El cielo no tiene diámetro

Agobia el parecido de un día con el otro

Incluso los soleados y los grises

Aunque no lo parezcan

Son idénticos porque el sol y la luna son los de siempre

Todo es igual, todo es lo mismo

Giramos sin remedio alrededor de un cielo que no tiene diámetro

Varía, sin propósito, la inclinación de los mismos rayos del mismo sol de siempre

Y el matiz con que el tiempo finge el cambio

Se repite el mundo con otro disfraz de luz

Esa certeza hace entonces que la vida pese

Como un buque sin mar

Como un cuerpo sin alma

Y que la hiedra del tedio crezca entre las articulaciones

Y se cuele por todo aquello en donde posar los ojos

Se requiere valentía para sentir el silencio que dejan los átomos

Y permanecer, en lo posible inmóvil

A que aparezcan de nuevo los puntos cardinales

Los volúmenes que acompañan las cosas

La eterna gravedad anverso de los sueños

Y que algunas aves irrumpan en el cielo

Que no tiene diámetro

Entonces uno puede seguir, recordando cómo se hacía

Con el sigilo de quien ha comprendido

Que pensar es, a veces, una forma de caer